La respuesta del ejército sería crítica pero divisiva, complicando aún más la situación con algunas unidades mostrando simpatías hacia los insurgentes. La intervención extranjera, tanto diplomática como potencialmente militar, añadiría otra capa de incertidumbre al conflicto. Las consecuencias humanitarias y económicas serían devastadoras, con miles de muertos y heridos, millones desplazados, mercados financieros colapsados y una crisis alimentaria emergente en varias regiones.
El futuro de Estados Unidos sería incierto, con la reconfiguración del sistema político y la unidad territorial en juego. La necesidad de un proceso de reparación y reconciliación sería fundamental para restaurar la paz y la estabilidad.
La muerte de Trump habría abierto una herida profunda en la nación americana, y solamente un esfuerzo colectivo significativo podría sanar una crisis histórica que hasta hoy solo se ha visto una vez.