En una sociedad que aspira al progreso, la educación de calidad para todos los niños, sin distinción de clase, raza o condición, es el cimiento sobre el cual se debe construir el futuro. Lamentablemente, cada día en nuestro país miles de niños quedan rezagados, excluidos de las oportunidades que merecen por derecho, y esta es una de las tragedias más grandes que una nación puede soportar.
No podemos permitir que las barreras económicas, geográficas o sociales continúen siendo obstáculos para el desarrollo de nuestros jóvenes. Todo niño, independientemente de su situación, merece el acceso a una educación que lo prepare para enfrentar el mundo, que lo inspire a soñar y lo equipe con las herramientas necesarias para contribuir al bienestar colectivo.
El no garantizar este derecho básico no es simplemente un descuido o un fallo del sistema; es un crimen. Un crimen que condena a las generaciones futuras a la pobreza, a la desigualdad y a la exclusión. Un país que no prioriza la educación de todos sus niños está socavando su propio crecimiento y debilitando su potencial de convertirse en una sociedad justa y próspera.
Es alarmante que en zonas como Verón Punta Cana, donde miles de niños enfrentan la falta de cupos escolares, se estén alzando voces de desesperación. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI, en un país que se enorgullece de sus avances, sigamos dejando a niños fuera de las aulas? La indiferencia hacia este problema solo agravará las desigualdades y condenará a estos pequeños a un futuro incierto.
Como sociedad, debemos asumir la responsabilidad colectiva de garantizar que ningún niño se quede atrás. No solo es una cuestión de justicia social, sino una necesidad imperiosa para el bienestar y el progreso de toda la nación.
El acceso a una educación de calidad no es un lujo ni una concesión que pueda depender de las circunstancias. Es un derecho humano fundamental, y su negación constituye uno de los crímenes más grandes de nuestro tiempo. Si queremos forjar un país mejor, debemos comenzar por asegurarnos de que cada niño, tenga un asiento en la escuela, una oportunidad para aprender.
Es hora de asumir este compromiso. Porque el futuro de nuestros niños es el futuro de nuestra nación.