En la República Dominicana, la figura del regidor debería ser sinónimo de servicio público, responsabilidad y dedicación a las necesidades de la comunidad. Sin embargo, la realidad en muchas de nuestras demarcaciones dista enormemente de este ideal. La ignorancia del rol que deben desempeñar y la utilización del puesto para vendettas personales y políticas está empañando la imagen de estos funcionarios y, por ende, la confianza de los ciudadanos en sus autoridades locales. Desconocimiento Es alarmante la cantidad de regidores que desconocen por completo las funciones y responsabilidades inherentes a su cargo. Estos puestos, que deberían ser ocupados por personas con una clara vocación de servicio y una comprensión profunda de las problemáticas locales, a menudo se ven entregados a individuos cuyo único mérito es su afinidad política o sus conexiones familiares. El regidor tiene la obligación de legislar a nivel municipal, fiscalizar la gestión del alcalde o alcaldesa y representar a los ciudadanos no ellos mismo creer que son el alcalde. Sin embargo, muchos de ellos no tienen ni la más mínima idea de cómo se elabora un presupuesto, desconocen las ordenanzas municipales y carecen de un plan concreto para mejorar sus comunidades, además de usurpar el rol del alcalde o alcaldesa. Este desinterés por prepararse adecuadamente para el cargo no solo es una muestra de irresponsabilidad, sino también una falta de respeto hacia los electores que confiaron en ellos. Herramienta de Venganza Personal Peor aún, algunos regidores han convertido su posición en un arma para saldar cuentas personales y políticas. En lugar de trabajar en beneficio de sus municipios, utilizan su poder para atacar a adversarios políticos, bloquear iniciativas beneficiosas simplemente por provenir de la oposición y fomentar un ambiente de confrontación constante. Estos comportamientos no solo ralentizan el progreso de las comunidades, sino que también desvían recursos y energías que deberían estar enfocadas en resolver problemas reales como la falta de servicios básicos. Los ciudadanos, que deberían ser los principales beneficiarios de la labor de sus regidores, terminan siendo los más perjudicados por estos conflictos estériles. La Urgencia de una Reforma Es imperativo que se implementen reformas que aseguren que solo personas capacitadas y comprometidas lleguen a ocupar el cargo de regidor. La capacitación obligatoria en administración pública, la evaluación continua de desempeño y la implementación de mecanismos de rendición de cuentas son pasos esenciales para revertir esta situación. Además, la ciudadanía debe exigir mayor transparencia y estar más involucrada en los procesos de elección y fiscalización de sus autoridades locales. Solo a través de una participación activa y crítica podemos aspirar a tener regidores que realmente representen nuestros intereses y trabajen por el bien común. La crisis de los regidores en la República Dominicana es un reflejo de una problemática más amplia en nuestro sistema político. Sin embargo, es una crisis que podemos y debemos superar. No podemos permitir que el desconocimiento y el abuso de poder sigan marcando el rumbo de nuestras comunidades. Es hora de exigir responsabilidad, transparencia y compromiso a quienes hemos elegido para servirnos. Solo así podremos construir un futuro mejor para todos.