Estudios recientes sugieren que el azúcar es ocho veces más adictiva que la cocaína. A pesar de esto, los alimentos que consumimos diariamente no llevan etiquetas de advertencia como las que vemos en productos como el tabaco y los cigarrillos. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) recomienda un consumo diario de 50 gramos de azúcar, pero el estadounidense promedio consume más del triple, lo que equivale a más de 100 libras de azúcar al año.
El 74% de los alimentos envasados en Estados Unidos contienen azúcar agregada, incluso aquellos percibidos como saludables, como aderezos para ensaladas y yogures. Este consumo excesivo está vinculado a enfermedades crónicas graves y problemas como fatiga, ansiedad y déficit de atención. En países como Chile y Argentina, se han implementado leyes que obligan a etiquetar productos con altos contenidos de azúcar, pero en Estados Unidos, la resistencia de los productores de alimentos ha impedido la adopción de medidas similares. La resistencia de la industria alimentaria en Estados Unidos ha sido un obstáculo significativo para la implementación de etiquetas de advertencia. Los grandes productores de cereales, por ejemplo, han amenazado con demandar si no se les permite etiquetar sus productos como “saludables” a pesar de no cumplir con ciertos estándares nutricionales. La comparación con las advertencias del tabaco subraya la necesidad urgente de abordar el consumo de azúcar con la misma seriedad, ya que los consumidores merecen estar informados sobre los riesgos asociados a su dieta.