El Servicio Secreto de Estados Unidos incrementó las medidas de seguridad alrededor del ex presidente Donald Trump después de recibir inteligencia sobre un complot iraní para asesinarlo. La amenaza, vinculada a la muerte del general Qassem Soleimani, llevó al Servicio Secreto a actuar preventivamente antes de un mitin en Pensilvania, donde se produjo un intento de asesinato.
El mitin en Pensilvania resultó en un tiroteo llevado a cabo por Thomas Crooks, de 20 años, que disparó desde una azotea cercana. El incidente dejó una persona muerta y dos gravemente heridas. A pesar de las críticas por no haber evitado el tiroteo, la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Adrienne Watson, indicó que no hay evidencia de que Crooks tuviera cómplices.
Este incidente ha generado dudas sobre la capacidad del Servicio Secreto para proteger a los líderes políticos. La agencia ha declarado que la seguridad del edificio donde se efectuaron los disparos era responsabilidad de la policía local, destacando la necesidad de mejorar la coordinación y los protocolos de seguridad para prevenir futuros atentados.
